sábado, 11 de junio de 2011

mi libro

 LA DIOSA DEL SINMUNDO
PRIMERA PARTE 

CAPÍTULO UNO
Así soy
             Mi nombre es Eira  tengo 11 años y vivo en un pueblo cerca de Lusico llamado Siace. Soy castaña anque tengo unas mechas pelirrojas (no se que tiene que ver el castaño con el pelirrojo pero soy así) y mi pelo me llega por los hombros,  lo suelo tener liso aunque no soy nada presumida en comparación con mis compañeras,  que siempre piensan en la moda y en estar guapas, los labios y no nos olvidemos del pintauñas. Prefiero jugar al futbol con los chicos o leer en un banco bajo la sombra de un árbol. Soy de las más altas de mi clase y mi cumpleaños es el diecinueve de julio. En clase somos veintidos (más chicos que chicas) y mi profesor que se llama yuseg pero le llamamos Seg nos da casi todas las asignaturas desde que salimos de tercero, se me olvidaba decir que tengo doce años puesto que voy a sexto y me falta un año para pasar al instituto. No me da pena porque perderé amigos pero todo aquello del colegio es demasiado fácil y muchos me critican por leer pero no me importa porque suelen decirlo repetidores o niñas de tercero que se pasan el día burlandose por cualquier cosa. Volviendo a mis rasgos físicos, mis ojos son marrones y luminosos, pero tengo una nariz muy graciosa y pequeñita. Por ahora ya es suficiente,  luego conoceréis más cosas de mí, pero a lo largo de la historia, empecemos ahora mismo y sumergíos en mi aventura.

             Todo comenzó en julio, empezaba por fin el verano y quedaban tres semanas para el campamento de verano, iba a terminar mis clases del colegio, de taewondo y de natación justamente mañana. Mientras hacía mi mochila para el día siguiente y metía mi gorra roja estuve pensando " cuantas ganas tengo de ir al campamento, ver a mis amigas, darme una pequeña dosis de relax y... Bueno mucho relax no porque el año anterior no parábamos quietas. El campamento era de chicos y niñas este año porque las monitoras no tenían tanto dinero para hacerlo por separado asi que metí fui a buscar un candado para la puerta de la cabaña en la que dormíamos por si nos hacía falta.

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